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- Nací una estruendosa noche de noviembre, según mi madre. Tal vez por eso fui un niño feliz: aquella noche no había luna, tronaba, pero ella me enseñó a amar cualquier cosa que formara parte de nuestra existencia.
miércoles, 19 de noviembre de 2008
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2 comentarios:
Te brindo una visión diferente de Dios... que me parece de lo mas afortunada (si insistimos en seguir antropomorfizando a Dios, que una cosa es que El/Ella nos hiciera a su imagen y semejanza y otra cosa es que nos empeñemos en reducirlo/la a nuestra diminuta estatura)
Lo he recibido de una monja misionera. De las de verdad. De las que hacen callos trabajando junto a quienes le necesitan, sin hacer alarde de ello y con la certeza de que si algo se puede hacer por cambiar el mundo, ese algo es poquito y no está en manos de los poderosos. Pues lo que les decía. Es una traducción de un escrito de Mary E. Hunt una Doctora en Teología, cofundadora y codirectora de WATER (Women's Alliance for Theology, Ethics and Ritual).
En el principio, Dios gozaba de sí misma.
Se reía a carcajadas, y se reía mucho más porque ello era bueno.
Se arrellanaba y sonreía.
Daba palmas con regocijo y se imaginaba a sus hermanas danzando.
No hacía otra cosa que gozar, y eso era todo.
Dios sabía que había un trabajo por hacer: un mundo por crear, personas por plasmar y todo un cosmos por planear.
Vislumbraba, incluso, el capricho de que la creación entrañara encuentros y de que hubiera
injusticias por rectificar, y seguía riendo, sabiendo que al final todo redundaría en deleite.
No explicó a nadie en particular que el placer era, en su intención, lo esencial de la vida:
el deleite es el primer principio.
Sabía que otras supuestas divinidades insistían en el trabajo y la obligación.
Razonaba ella muy sagazmente que, si la alegría para todos fuera la meta, todo el mundo podría reposar y descansar, al menos gran parte del tiempo.
Sólo pensar en ello la hacía sonreír.
Años de luz más tarde, cuando la creación vino a la existencia
y la gente empezó a abrirse camino con fatigas y sudores,
se dio cuenta de que su primer principio había sido reemplazado por el trabajo y el dolor.
Así que envió un recordatorio de su legado.
Le dio diversos nombres: vacación, ocio, relajación, recreo, diversión.
Algunos pensaron que era un vestigio de tiempos pasados.
Pero Dios sabía que era la auténtica realidad.
Lo llamó salvación.
Mary E. Hunt
Está muy bien, cigarra. Un poco frívolo tal vez.
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