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Nací una estruendosa noche de noviembre, según mi madre. Tal vez por eso fui un niño feliz: aquella noche no había luna, tronaba, pero ella me enseñó a amar cualquier cosa que formara parte de nuestra existencia.

martes, 11 de noviembre de 2008

Dolor moral

Una irradiación mefistofélica, eso parece el hilo musical del dentista que debe empastarme cuatro muelas. Aparece con sus gafas de montura plateada. Es un hombre encantador, un torturador exquisito. Al tiempo que el prepara la aguja, yo rezo en silencio. Rezo para no sentir dolor físico. Pero es un dolor moral el que me atraviesa cuando me arrepiento de mi egoísmo. 

4 comentarios:

Júbilo Matinal dijo...

¿A qué egoismo te refieres? ¿Al de rezar para no sentir dolor? A mí no me parece tan egoista como ingenuo. ¿Crees de veras que Dios va a impedir que duelan las cosas que habitualmente producen dolor? ¿Crees que Dios esté dispuesto a suspender las leyes de la naturaleza que Él mismo creó? Y, si lo estuviera ¿crees que esa voluntad suya dependerá de que tú reces o no? ¿Te imaginas un Dios que haga que los pinchazos no le duelan a quien le reza, pero sí le duelan a quien no? ¿Creerías en un Dios así?

Si el dolor que pueda producirte el dentista te preocupa, pídele a Dios sentido común para darle la importancia que tiene, y fortaleza para aguantarlo, y buen humor para olvidarlo tan pronto como merece. No hay ningún egoismo en ello. Pedirle a Dios que remedie y supla nuestras debilidades no es egoismo, sino una saludable práctica.

Creo que lo dicho deja claro por qué, en mi opinión, rezar para que el dentista no te haga daño no tiene mucho fundamento, tampoco desde el punto de vista religioso. Me parece, en resumen, una bobada, pero una bobada que cualquiera puede cometer en un momento de debilidad intelectual. ¿Crees de verdad que hay, en esa bobada, ningún motivo para sentir "dolor moral", ni para tener que arrrepentirte? ¿Qué clase de Dios sería el que te reprochara que, en un momento de acojone, le pidas la evidente tontería de que el dentista no te haga daño? ¿Te enfadarías tú con un hijo tuyo que cometiera una tontería equivalente? ¿Crees que tu hijo tendría que "arrepentirse" de pedirte una cosa así, o sentir "dolor moral" por haberlo hecho? Y ¿crees que Dios sea un padre menos bondadoso, amante o comprensivo que tú?

Todas estas cosas, en cambio: tu miedo al insignificante daño que pueda hacerte el dentista, tu oración para que no te duela y tu "dolor" posterior por el "egoismo" que implicaría, según tú, esa oración... ¿No te parecen un poco, ellas sí, puerilmente egoistas, tontamente alejadas de las cuestiones importantes y de los problemas serios, y de la vida real, en resumen, de la que, para disfrutarla, o para preocuparnos, o para resolverla, podemos y debemos ocuparnos, en vez de cultivar tontos miedos y arrepentimientos más tontos aún?

Perdóname la franqueza, y mándame al cuerno, si quieres, pero la lectura de tus atormentados posts sobre asuntos que se me antojan nimiedades me ha resultado, te lo confieso, un poco irritante.

Amigo dijo...

Me pregunto por qué causan tanto malestar mis escritos, tan cortos y pacíficos. Voy a rezar para que usted, Jubilo Matinal, siga viniendo por aquí a evidenciar el tamaño de su cerebro. Que Dios le bendiga.

Júbilo Matinal dijo...

Ningún malestar, muchacho, créeme. Me he limitado a escribir, probablemente con cierta imprudencia, algunas reflexiones que me han surgido al impulso de las tuyas. Pero el blog es tuyo, y solo seguiré haciéndolo si estoy seguro de no molestarte con ello. Tu tono dolido me hace pensar que te he molestado un poco, el hecho de que reces para que vuelva, lo contrario. En fin, en tanto a mí me apetezca y tú no me digas otra cosa volveré, ya lo creo, y te comentaré siempre que lo crea oportuno. Cuando te canses, no tienes más que decírmelo. Y cuando llegues a alguna conclusión sobre el tamaño de mi cerebro, te agradeceré que me la comuniques. Tengo cierta curiosidad. Un saludo.

Amigo dijo...

No me llame muchacho, se lo ruego, que me molesta. Y, por lo demás, puede visitar mi blog cuantas veces quiera. Está para eso: para que juntos lleguemos a Dios. Que Dios le bendiga.